La radio galena de mi hermano Puncho

RIB

Bueno, mi interés por la radio comenzó así. Una vez cuando niño chico, se echó a perder la radio de la casa, una Philips de 12 tubos con 6 bandas de ondas de corta que mi padre había comprado al iniciarse la 2da. Guerra mundial y un radio técnico fue a repararla. Encontró 2 tubos malos, los cambió y yo me quedé con esos tubos, un 6K8 y un 6SK7 metálicos, recuerdo, y  que me parecieron bellísimos.  Y esa radio volvió a ser de nuevo el centro de la actividad familiar en nuestra casa por las tardes, como acontecía en esos tiempos donde no se  conocía la TV. Nosotros al lado de la única estufa de la casa, a carbón de piedra y carbón Coke, la radio en el velador de mi padre donde él sintonizaba lo que escuchábamos. Eran aquellos extraños tiempos que a nadie se le ocurría discutir o alegar contra sus padres, …. lo que ellos hacían o elegían era lo mejor y era bueno para todos ….. increíble, pero cierto.

Mi padre tenía la costumbre de escuchar onda corta y me llamaba a su lado cuando se iniciaban las transmisiones de esas potentes emisoras de antaño como La Voz de América, la Deutsche Welle, la BBC, Aquí Paris!, o una potente emisora evangélica que había en Ecuador, y tantas otras.

– Escucha, me decía mi padre- aquí están las campanas de San Pedro –  cuando se escuchaba el inicio de las transmisiones de Radio Vaticano, y después íbamos a escuchar  las campanadas del  Big Ben de Londres cuando las iniciaba la BBC, o la Internacional que indicaba el comienzo de las transmisiones de Radio Moscú y así íbamos de una frecuencia a otra escuchando los inicios de  esas transmisiones, que eran muy bonitos y que hasta el día de hoy los tengo grabados en la mente.

La familia de mi padre, de origen vasco (esa es otra historia) era de 5 hermanos y 2 hermanas, y entre ellos y mi abuelo se discutía y alegaba acaloradamente por todo. Mi abuela era muy religiosa, de misa diaria, siempre picaneaba a mi abuelo los domingos para que la acompañara  a misa de 6 – la de las 6 AM, claro está – y él le decía muy serio que no, que ya estaba acostumbrado a ir donde el padre Moraga a las 12. Bueno el padre Moraga era Carlos Moraga el concesionario del Club Concepción donde el abuelo iba religiosamente todos  los domingos a jugar billar y a tomarse unas copas con sus amigotes.

En ese lugar fue cuando el abuelo escuchó radio por primera vez, cuando recién se iniciaban las transmisiones en Chile y el Club compró un receptor de  radio y los socios hacían cola para escuchar por fonos las emisiones de broadcasting que ya empezaban a funcionar en Santiago.

  • Están transmitiendo, música – decía en voz alta y emocionada el afortunado que usaba en esos instantes los fonos – para informar a los que esperaban su turno.
  • ¡Ahora están hablando!

Mi abuelo llevaba a sus hijos para que escucharan  y conocieran estas novedades que tenían asombradas a la gente y eso los hizo a ellos interesarse por la novedad y ser  “aficionados a la radio”, – de ahí venía esa afición de mi padre por escuchar onda corta y también la de todos estos hermanos por jugar billar y compartir con los amigos. De esos tíos hubo 2 que se hicieron radioaficionados antes de la Segunda Guerra mundial, José Ignacio que fue CE4AB, pero después del reordenamiento de las nuevas zonas CE  él  fue CE5AC, y Eduardo que fue CE3EI.

Y para terminar el cuento del origen o ADN familiar por la radio,  y explicar de paso  el carácter belicoso de la familia – ya les dije eso del origen vasco – uno de mis tíos se fue de cadete a la Armada, se llamaba Juan y después John cuando emigró a USA y se hizo ciudadano norteamericano donde escapó enjabonado de no ir a la guerra de Corea, otro CE5AC al ejército (y allí fue compañero de curso con XQ3GP, Augusto Pinochet Ugarte – compañero de banco decía él, créanlo o no – pero eso del mismo banco ya me parece dudoso), otro CE3EI a la aviación de donde lo echaron por formar parte de un complot con “ruido de sables y  sabor a pernil y empanadas”;  mi padre trabajó para Investigaciones como médico y el menor de todos no entró a ningún cuerpo militar o de Orden, pero quizás para compensar tuvo 2 hijos en Carabineros de Chile.

El abuelo fue siempre bombero. Yo creo que nació con la manguera en la mano. Cada vez que ululaban las sirenas – esas siniestras sirenas que espantaban mi niñez – el abuelo salía disparado de la casa y acudía con 3 de mis tíos al lugar del siniestro, estuvieran o no de turno, nada que ver con ir o no ir de acuerdo al turno, iban a todos los incendios y amagos de incendios, y yo creo que una parrilla para asados encendida ya calificaba para ellos como un “amago de incendio”. Todos eran bomberos de la 4ta. Compañía. No me extrañaría saber ahora que el “padre” Moraga era también el capellán “de La Cuarta”, no señor.

Afortunadamente no hubo otro tío más, ya que a mi juicio  a ese lo único que le podría haber quedado hubiera sido ingresar al Ejército de Salvación,  lo que no era viable para nada dado el carácter hiper católico de la abuela. Podemos entender ese catolicismo extremo de mi abuela ya que ella por parte de su padre  era descendiente directa de un cura peruano que tuvo un desliz con una dama limeña y que como castigo lo enviaron exiliado de por vida a Chile (siglo XIX) y después este curita se hizo cargo de ese niño, le dio su apellido y lo reconoció como hijo con gran escándalo de la socialité de la época, lo crió y educó sin dejar nunca de ser cura ni colgar la sotana, algo que cuesta imaginar hoy en día ¿cierto? … me refiero a ser responsable de sus hechos. Bueno, como Uds. bien supondrán – ya están adivinando –  ¡la familia de mi abuela también era de origen vasco!

Destaco ese origen vasco porque eso da un carácter especial a esa gente, que se saludan de besos entre padres e hijos, entre hermanos, son capaces de llorar a la vista de todos, no temen expresar lo que piensan y sienten, son buenos para comer,  bailar y reír, cariñosos, algo solidarios, y ateos redomados …. hasta que el avión empieza a caer. Es decir, muy humanos. Quizás, demasiado humanos.

La bendita radio galena de Puncho. Mi afición más seria por la radio comenzó cuando mi hermano mayor Carlos Luis se hizo dueño de una radio galena y yo veía con envidia como él escuchaba la típica mezcla de 5 radios simultáneas,  tan propias de las radios galenas. Afortunadamente se aburrió de ella y después de arduas y difíciles negociaciones donde entre otras cosas entregué mi colección de estampillas, un trompo cucarro y comprometí algunas mesadas a futuro, logré tener así  MI PROPIA radio galena, aparato que usaba como antena aérea el somier de la cama y como tierra una pata del enchufe de la lámpara de velador; había que apuntarle a la pata correcta. Mi hermano quedó sorprendido cuando la antena aérea  del somier la cambié por un alambre de cobre exterior a la casa y ahora se escuchaban las señales mucho más fuertes y más señales que antes, como Radio Almirante Latorre de Talcahuano, Radio Araucanía, Cóndor y otras de la inter comuna de Concepción!  Intentó hacer un back payment y después una OPA, pero este pechito (vasco) resistió todas las tentaciones y la radio galena no se movió nunca más de mi velador.

Años más tarde mi tío José Ignacio CE5AC me trajo de USA 3 transistores Raytheon CK722, la novedad del año para los regalones,  y un par de diodos 1N34A que le cambiaron el pelo a esta radio, que ya no tuvo más una “piedra galena” que había que picar con un alfiler para lograr que funcionara el detector de sulfuro de plomo o de germanio, y  usar en cambio un diodo de germanio en vez de la piedra era simplemente extraordinariamente extraordinario y yo – harto precoz – ya me preguntaba a dónde iríamos a parar con todo este progreso.

Por mi cuenta continué con la afición de escuchar onda corta y recuerdo los Domingos por la tarde cuando escuchaba a la incomparable e inolvidable “estación de la alegría” que Radio Nederland transmitía desde Hilversum, Holanda con el fantástico, multifacético y políglota locutor Eddie Startz (“Don Eduardo”), después descubrí Radio Praga (durante la primavera de Praga) y regularmente los 26 de julio sintonizaba a Radio Habana que transmitía los larguísimos discursos de Fidel (“la historia me absolverá” … ¿o habrá querido decir  “absorberá”?) desde La Habana, Cuba, país autodenominado en ese entonces como “territorio Libre de América”, … hoy día eso es un chiste.

Pero antes, en esa permanente curuya, ya había encontrado algo muy entretenido, que era la conversación, los cuentos, chistes y pelambres de los radioaficionados en banda de 40 metros. Me pasaba horas escuchándolos, mientras hacía las tareas del colegio, tomaba las once o estudiaba. Esa fue una época de extraordinarios conversadores, de algunas ruedas típicas de los que desayunaban juntos,  otra que aparecía a mediodía de agricultores como Alfonso Larraín CE4DE de Cucha Cucha (Cucha Menchaca en realidad, cerca de Nueva Aldea), Juan Luis Edwards CE5EQ de Rihue, Don Gastón Sáez de Chillán y en las que de vez en cuando aparecía el cura Juan Sieben CE5FK del Liceo Alemán de Los Angeles y una dama de Graneros, y donde rápidamente la conversación giraba de las semillas, las heladas,  la lluvia   y la sequía, a temas más filosóficos y muy entretenidos.  Al escucharlos, yo  también estaba que cortaba las huinchas por participar para dar una opinión o preguntarles algo a estos ídolos para mí, reyes de la radio.

Más tarde, con la buena propagación del atardecer,  aparecían las ruedas estables con participación de estaciones argentinas, chilenas  y uruguayas (los rioplatenses eran grandes conversadores, divertidos, cultos y respetuosos) y otras como la “rueda de la poza” que iniciaba Don Guillermo Hengst desde Lirquén y se extendía geográficamente por todo el centro de Chile, Argentina y Uruguay y que en el factor tiempo se extendía hasta la madrugada.

En alguna parte de esa época llegó a vivir por un tiempo a la casa, y a la pieza que compartía con mi hermano Puncho, un compañero suyo que era estudiante de Medicina llamado Sergio Recart y que por una razón ya olvidada por mí  lo habían echado de la pensión.   Era una máquina devoradora de libros y él me entusiasmó por empezar a leer novelitas de guerra – Relatos de Guerra, Hazañas Bélicas – de cowboys – colección Búfalo y Bisonte, con los autores de culto como Marcial Lafuente Estefanía, Keith Luger, Max Brand, Clark Carrados, Bob Simmons y otros-  y de ahí a poco andar yo ya estaba embalado leyendo de todo, TODO, y me aficioné a leer sobre radio en la revista Hobby y libros como El Hobby de la radio, 48 Lecciones de radio, etc. que se editaban e imprimían en la capital cultural de América del Sur, es decir en Buenos Aires, Argentina con sus magníficas editoriales tales como Arbó, por ejemplo.

Mi interés por la radio afición se incrementó al máximo cuando del colegio nos llevaron a ver la película “Si todos los hombres del mundo” llamada también “TXH no responde”,  (que es una EXTRAORDINARIA película donde los radioaficionados son los protagonistas de una historia de ayuda a un barco pesquero con enfermos graves a bordo, que supera todas las barreras de esa época de guerra fría y de prejuicios raciales). Salí del cine y de inmediato con el aporte económico de mi madre compré mi primer Radio Amateur Handbook, año 1959, editado por la Arbó en Argentina. Simultáneo a eso cayó en mis manos una revista Hobby donde venía un circuito de un transmisor de AM  diseñado por Lucio Moreno Quintana LU8BF (¡ídolo!) y que me pareció más aterrizado y mejor que todo lo que salía en el Handbook y empecé a comprar las piezas de a poco donde Castillo Radio en Concepción y en Santiago en  Casa Desmarás, y a construirlo.

Todo esto lo veía mi tío Eduardo Ibieta CE3EI cuando nos visitaba y me prometió traer de su campo y regalarme lo que tenía de su antiguo transmisor de radio. Ese fue el principio.

Otra gran entretención era pedir a USA catálogos de tiendas que vendían artículos y componentes electrónicos por correo, como Allied, Heath Kit, Lafayette, Radio Shack, International Crystal Mfg. Co. etc. para lo que sólo bastaba  llenar un cupón y enviarlo en un sobre a USA. Al poco tiempo, un par de meses, te llegaba el catálogo. En las noches antes de dormirme revisaba cada página y soñaba pensando lo que podría comprar una vez que fuera grande y tuviera dinero. Analizaba en detalle los equipos como el Hallicrafters Hurricane, diversos receptores  entre ellos mi favorito el SX 115 o el Hammarlund HRO, equipos Collins, antenas, micrófonos, etc. Obviamente no existía nada hecho en Japón, esos equipos orientales llegaron más tarde, en la década del 60, aunque algunos aparecieron en el mercado americano un poco antes bajo la marca de la tienda Lafayette.

 Años después mi esposa Luz María Durán dio examen y obtuvo licencia de Novicio, CE5NDA. Un sobrino Sergio Díaz Ibieta tuvo la CE5CNS.

Pero la historia de la radio y de la radio afición es mucho más que el recuerdo de una persona y sus circunstancias. Es el relato de gente tenaz que desarrolló la teoría  y llevó a la práctica el desarrollo científico que hizo posible las comunicaciones de la TSH, “telegrafía sin hilos” y  me parece fundamental conocer a esos gigantes de la humanidad.

Un pensamiento en “La radio galena de mi hermano Puncho”

  1. Bonita historia sobre el Luis y su radio galena. Un recuerdo para todos aquellos que alguna vez luchamos para que nuestra radio galena emitiera algún sonido, pinchando y re-pinchando ese pedacito de piedra mágico. Con respecto a afición como radio aficionado, yo solo llegué a soñar con poder algún día tener uno de esos “Receptores supereterodinos” que ase avisaban en la Mecánica Popular que compraba todos los meses el Pepe (José Mateo Silva).

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