SUEÑO

SUEÑO
Cuando se fue, iba feliz a doctorarse en Alemania del Este. Sus compañeros lo fueron a despedir y le regalaron una manta de castilla, y como era invierno, allí mismo, se la puso. El estaba feliz, pero yo tenía mucha pena, no sé porqué; tal vez intuí que pasarían muchos años.
Después sucedieron muchas cosas. Estoy segura que si hubiera estado aquí lo habrían matado. Ya lo veía abriendo la puerta de la casa de mamá cuando los militares se llevaron al muchacho que gritaba ¡mamá, mamita! y lo tiraron al carro celular. Habría salido gritando para detenerlos y lo habrían matado allí mismo; él no soportaba las injusticias.
Ya son cinco para las tres. El enorme avión aparece en el terminal del aeropuerto. El corazón me bombea, siento calor. Se acerca lentamente, se adhiere a la manga.
Lo imagino descendiendo, caminando por los enormes pasillos del aeropuerto con su maletín en la mano y con su manta. ¿Cómo estará?- han pasado tantos años.
Finalmente aparece: nada de manta. A lo lejos veo un “gentleman” deportivo, estupendo, chaqueta de lino al hombro; se acerca: zapatos italianos como los que ví ayer en el comentario de Juanito Yarur en la Revista Cosas.
Un abrazo apretado, olor a perfume caro ¿dónde quedó mi comunista?.
– Me has dejado sin palabras, hermano, ¿dónde te metiste?
– ¿Y qué creías tú: en todos estos años cayó el muro de Berlín y no iba a caer yo? Mi equipaje viene allí. Te mostraré lo que les traje, te encantará.
– ¿Crees tú? ¡Cómo has cambiado!. Creo que tendré que empezar a conocerte.
– Y qué crees tú? Cuando me fui eras una joven mujer y ahora tienes canas. El tiempo no ha pasado en vano para nadie. Lo importante es si eres feliz.
– Sí, lo soy
– Entonces, vamos a casa a conversar.
Y Salimos del aeropuerto abrazados.

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *